Cuando yo vengo a verte
mucho antes de llegar,
encuentro un pastor que dice
¡Haya a lo lejos está!
En lo alto del cabezo
brilla un lucero divino,
que guía mis pasos a verte
con el corazón afligido.
Cuando te tengo delante
ya no me pesa el camino,
que fui dejando atrás
entre encinares y pinos.
Y enfilando tu calzada
no me pinchan los chinos,
que voy pisando descalza
agradeciendo lo cumplido.
Una plegaria te traigo
para pedir por los míos,
que no les falte salud
ni de tu mano cobijo.