Sácame de mi infierno,
rescatarme de mi desdicha,
dame oxígeno en mi asfixia,
y se la luz en mi oscuridad.
Arranca el ardor que me consume
transformando en desidia mi agonía,
y dejando en cenizas la amargura
que consume mi dicha día a día.
Se el camino que he de recorrer
sin espinas, sin guijarros,
sin conciencia que me amarre
a los brazos que dejé de poseer.
Se el viento que me arrastre
sin remedio, a un oasis donde
ya no exista más, donde sólo
sea alma, sosiego y serenidad.