El sol se cuela entre las hojas
amarillentas, escasas de vida.
Las ramas tiemblan sintiéndose desnudas
y entre ellas alborotan algunas avecillas,
desperezándose y quitándose el frío de la mañana.
En el suelo se escucha el crujir de mil hojas secas
al paso de los transeúntes y otras tantas
revolotean delante de la escoba que pretende
eliminarlas.
La vida bulle en otra mañana fresca de otoño,
el parque que en las tardes veraniegas rebosaba de bullicio,
de alegría y de niños traviesos jugando,
hoy solo escucha el silencio de las hojas callando,
de gorriones picoteando y
de la escoba que vanamente intenta limpiarlo.
Y en las noches, fantasmagóricas sombras
arroja la luz mortecina y amarillenta de tus farolas,
monstruos sigilosos, semidesnudos se balancean tristes
en el silencio de la prematura oscuridad.
Y yo muda espectadora que tras los cristales observa
el devenir de la vida y piensa, cuantas historias
Callas entre tus jardines y tus losetas.