Esa luna
que me mira
sin decir palabra,
sonríe y calla.
Ella, mi compañera,
quien me acompaña
en la noche oscura,
iluminando la vereda
por la que camino,
en esta maldita pena.
Su reflejo en el agua
me sosiega y calma,
enreda mis sentidos
y serena mi alma.
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