Cuántas veces amasaste una sonrisa,
que dejaste petrificada en la cara,
tan solo para esconder el sentimiento
amargo, que lentamente nos apuñala.
La hoja fría que
atraviesa la piel y penetra
buscando el órgano que amor rezuma,
hiriéndolo pausadamente hasta
desgarrarlo,
librándolo de esta vida.
Cuántas veces te entregaste a una caricia
con las manos disfrazadas de dulzura,
dejando cubierta la piel de amargura,
emborronando con espinas la ternura.
Muéstrame el alma negra aunque me duela,
aunque hiele la sangre por mis venas,
aunque arañe las entrañas esta pena,
y en locura se me tornen mis cadenas.
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