Me castigas
por soñar despierta,
por volar sin alas,
por abrir la puerta.
Por ser yo quien habla,
quien levanta la voz
gritando ¡ya basta!
Me castigas
con la indiferencia,
cerrando las rejas
que prenden mi alma.
Rasgando la dicha
de volar sin alas.
De ser quien soy
sin llevar una máscara.
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