Ando dando gritos en la multitud,
y nadie escucha el lamento.
Solo hay alguien que me mira cara a cara
y me busca
triunfante, me ha ganado la batalla.
Me grita con la mirada -¡eres mía!
aunque huyas y te escondas
o te pongas esa mascara de felicidad,
¡eres mía! no lo olvides, tú me diste el privilegió
de hacerte mía, y ahora ya no puedes escapar…
Tú dejaste que me acomodase junto a ti en el sofá.
Que caminase a tu lado sin rumbo hacía ningún lugar.
Que cogidas de la mano miremos por tu ventana la vida pasar.
Y ahora ya lo sabes ¡Eres mía, solo mía!
Soy tu dama, tú dueña
, tú SOLEDAD…
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