Hueles a
muerte, a silencio,
podredumbre
y olvido.
Fachada de
flores,
corazón polvoriento.
Escondes
historias,
que se
pierden en el tiempo.
Miradas
vidriadas
que me miran
a mi paso,
luces encendidas en
recuerdo
de la vida
que se pierde, termina
y aquí llega
a su ocaso.
Última
morada de este cuerpo
que nació de
la nada,
y a la nada
volvemos sin remedio.
Aquí llega
el pobre y también el rico,
por noble
que sea su fachada,
los dos
ocupan el mismo sitio.
Palacio de
ventanas cerradas,
de puertas
abiertas donde la luz no cala,
donde
perdemos el ser y desplegamos el alma.
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