miro mi rostro ondular,
no reconozco esos ojos
que no dejan de llorar.
El verdor de tu fondo,
se refleja en mi mirar,
en mis ojos queda prendido,
y con ellos me llevo
el azul del mar.
Su agua salada brota,
de ellos como manantial,
y en cascada
surca mi rostro,
en lágrimas de cristal.
Miro el reflejo de nuevo
y solo veo el mar,
mirando mis ojos verdes,
que han dejado de llorar.
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