Se fue y
dejo la oscuridad
implantada
en mi noche,
cuando
mis ojos ya estaban
acostumbrados
al brillo incesante,
que cada
noche acompañaba
la
algarabía de mis pensamientos.
Hasta el
silencio dejo de dar gritos,
buscando
incesante la luz anaranjada
que
cruzaba lentamente el firmamento.
Y las
estrellas volvieron con su brillo
a pintar
el cielo de lunares amarillos.
Pero el orbe
que reinaba en las noches
calurosas
del estío, que miraba
mientras
escuchaba el " cri cri"
de los
escandalosos grillos, volverá
a su
trono, encelando a las estrellas
y
opacando su centelleante brillo.
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