Llegas en cegadora luz
inundando de claridad
todas mis tinieblas,
arrasando mis condenas,
derribando mis miserias.
Sólo eres un relámpago
que por un instante
deja la mirada ciega,
seguido del estruendo
que me deja de nuevo
en la oscuridad completa.
La tempestad que te acompaña
vuelve a quedar serena,
despintando todo el gris
y esperando de nuevo tu vuelta.