Caballero alado
que surca el universo,
trazando los caminos
que no tienen regreso.
Nada lo detiene,
ni el volcán que fluye,
vomitando incandescentes
las entrañas de la tierra.
Ni el huracán que arrasa
destruyendo a su paso,
naturaleza viva o muerta
en su cruel abrazo.
Ni el amor que ciega
a todo el que lo roza,
dejando la amargura
cuando de él se aleja.
Ni pena ni alegría,
ni el pesar ni la esperanza,
ni el sentir que todo acaba,
al tiempo lo retrasa.
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