Me puse a dibujar, y sin darme cuenta te dibuje a ti.
Dibujé tu voz, aterciopelada y cálida, igual que una mañana de verano.
Dibujé tu ternura, paciente y plácida cómo la sonrisa de niño.
Dibujé tu mirada, limpia y clara como el agua que borbotea en el arroyo.
Dibujé tu olor, y me transportó a la niñez, ha aquellas tardes de juegos y risas en tu regazo.
Dibujé mi ilusión, llena de esperanza y sólo mostraba mis ganas de volver a abrazarte.
Me puse a dibujar, y solo te encontré a ti en mi dibujo.
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