Una mirada más en una calle cualquiera, y quedar grabada en la retina, el color del iris, la intensidad del parpadeo y el escalofrío que recorre la piel al cruzarme contigo.
Diez pasos adelante y voltear para mirarte de nuevo, y encontrarte mirándome como si en silencio te hubiese llamado a gritos.
-Te conozco?
Ahora si, nos presentó el destino.
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