Tu ausencia
me perfora el corazón,
como una flecha envenenada,
y va desojando uno a uno
los pétalos de la flor,
que nació de tu mirada.
Y tu sonrisa se pierde,
en el vacío que dejaron
tus palabras.
Y cada noche
vuelvo a buscar tu huella,
enredada entre las zarzas,
que crecieron en la senda
por la que ya no pasas,
por la que ya no pasas,
en la que yo te encontraba,
caminando descalza
y por la luna hechizada.
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