Deja de ser la víctima
de tus propios complejos,
de culpabilizar a
quien más cerca tienes.
Solo consigues alejar a
los que más te quieren,
y te quejas después
de tu soledad.
No puedes arrastrar por el barro
a quien más necesitas,
y esperar que te reciba
a brazos abiertos y con una sonrisa.
Vas malgastando la vida
con sinsabores y enojos,
sin darte cuenta que en ellos
transformas amores en odios.
Y la culpa no es tuya,
es siempre del otro,
del que no sabe quererte
si no es a tu modo.
