LA LLUVIA EN LOS CRISTALES

                   

                  

                   Tarde melancólica, gris y turbia,                    

la lluvia  azota los cristales,

que evoca mi melancolía

y me devuelve mis pesares.

Me escondo entre las páginas

gastadas de un libro,

en las que tantas veces

tú y yo hemos leído.

Las que nos hicieron sentir

amantes, compañeros, amigos...

El gris plomizo del cielo

me devuelve aquellas tardes,

donde bajo una manta

escondíamos pasiones,

y entre risas y arrumacos

dejábamos escapar el tiempo.

Hoy son los mismos ojos

que miraban  los ventanales,

pero no es la misma lluvia

la que moja mis cristales.

Ojos viejos y cansados , 

donde no quedan pasiones

solo amores callados,

anotados en los versos

que un día fueron ilusiones.

TU AUSENCIA

Tu ausencia

me perfora el corazón,

como una flecha envenenada, 

y va desojando uno a uno

los pétalos de la flor,

que nació de tu mirada. 

Y tu sonrisa se pierde,

en el vacío que dejaron

tus palabras.

Y cada noche

vuelvo a buscar tu huella,

enredada entre las zarzas,

que crecieron en la senda
por la que ya no pasas,

en la que yo te encontraba,

caminando descalza

y por la luna hechizada.

DEJASTE DE SER OASIS

Oasis que en mi desierto

la sed de mi soledad apagaba.

Agua envenenada que en 

limpia y cristalina ocultaba.

Cambiaste luz de luna

tan solo por luz opaca,

que no ilumina camino

tan solo sentidos embriaga.

Deformaste mis deseos

con tu curiosidad malsana,

y por el lodo pestilente 

dejaste mi alma arrastrada.

No habrá peor castigo,

que el frío del silencio

tu cuerpo abrace,  

y en escarcha cristalina

mi luz opaque... 

MI SOMBRA

Compañera que a todas 
partes me acompañas, 
que sigues mis pasos 
y de mi no te separas.

Solo te aleja la noche 
con su oscura mirada, 
y a mi cuerpo te abrazas
esperando que pase 
la madrugada.

Caminas en mi alegría, 
también en la pena amarga, 
y aun sin rostro ni cara 
tu sonrisa me acompaña.

Y sigues todos mis pasos, 
siempre por donde vaya, 
y no habrá amor ni desventura 
que rompa nuestra atalaya, 
tan solo la noche oscura 
que a las dos nos hace una.

HOY LLUEVEN VOCALES...

Hoy llueven vocales y granizan consonantes.

El sol volteó su cuaderno y las nubes

no quisieron sostenerlo, y el viento juguetón, 

las fue arrancando una a una en desorden. 

Yo voy formando palabras con las letras

que quedaron en el suelo abandonadas.

¡Me falta la e, para escribir ESPERANZA!

Y me sobra la o, de la palabra AMOR.

Y sigo buscando la m, la i, la g,

y cuando las encuentre,

tendré IMAGINACIÓN.

SOLO ESCRIBO TRISTEZA.

 

Me dices que solo escribo tristeza,
Que ya no tienen colores
mis palabras ni mis letras,
que solo hay grises y negros ,
y que opaco las estrellas.

Que maté la primavera,
y del otoño solo quedan
noches frías y hojas muertas.

Dime donde está la alegría
que se fugó de mi vida,
solo dejo amarguras
y la pena en mis poesías.

ENTRE TUS MANOS

El viento me trae tu aroma ,

la bruma  tu dulce abrazo,

vistiendo mi piel de deseo

con el roce de tus labios.

Entre tus manos mi cuerpo

en lluvia se desvanece,

y resbalo entre tus dedos

como el agua de la fuente

NO QUIERO

Hoy no quiero sentir tú abrazo,

ni perderme en tus besos,

ni tampoco encontrarte 

en mis recuerdos.

Hoy no quiero tenerte en mis sueños,

ni que tú mirada me traiga momentos,

ni nada que a ti me recuerde,

hoy ni tan siquiera quiero tenerte lejos...

No, hoy no quiero sueños,

ni recuerdos, ni momentos,

tan solo quiero tenerte presente,

en mi vida... Y no en mis pensamientos.

EL CAMINO DE LOS SUEÑOS

Esta noche encontré el camino

que une tus sueños y los  míos,

y llegue a ese mundo

donde tú y yo somos sus dueños.

Y busque incansable esos besos

que anotados llevo en mi cuaderno,

para  no olvidarme de todos 

los que desde hace tiempo te adeudo.

Y en el atardecer  de nuestros  sueños

le grito al cielo un te quiero,

y cuando llega la noche,

quiero perderme en ellos.

Quiero seguir soñando,

seguir caminando,

y encontrarte  en este mundo 

del que tú y yo somos dueños.

MI VENTANA

La brisa de la mañana

que entra por mi ventana,

trae olores del mar,

a sal, arena y agua clara.

En mi almohada se posa

dejando su blanca frescura,

y tan suave y mullida queda

como en las olas la espuma.

Y  el color azul del cielo

es el espejo del agua,

que refleja toda la luz 

que entra por mi ventana .

Voy a dejarla abierta

para escuchar el eco,

de ese mar en calma

que me trae tú recuerdo.

El silencio hoy reina en las aulas vacías,
los viejos pupitres no tienen alegría,
ni la vitalidad que le dan esos locos bajitos
que en sus locuras lo inundan todo
de risas, juegos, esperanzas y vida.

Sus pequeños pasos resuenan por los pasillos,
como un eco lejano de días fríos de invierno
cuando su bullir era como el de un hormiguero.

Y entre voces infantiles se escucha al maestro,
con voz pausada y calma, llena se paciencia poner orden.

El colegio se estremece cuando queda solo
en los calurosos días de estío, y no se escucha
más que el silencio roto por el crujir de sus paredes,
con la melodía incansable de las chicharras de fondo.

Así un día tras otro hasta casi llegar el otoño,
y otra vez las risas y el tropel que trae consigo
la vuelta a empezar de nuevo el curso,
y vuelven los niños y los padres, que un día
fueron ellos los que alborotaban y hacían ruido
entre los viejos muros del colegio.

TOCA GUITARRA

Tu guitarra hoy, 

solo llora versos de amor,

y entre sus cuerdas las notas, 

 no son ni blancas ni negras, 

tan solo son de un color,

grises como la tormenta,

que van escondiendo al sol.

Entre tus manos lamenta

que ya no somos tú y yo,

los que le arrancábamos risas

en el tablao del amor.

¡Toca guitarra , toca!

toca y deja el amor,

que es un grito en el viento

que el eco devuelve al corazón.

¡Toca guitarra, toca!

Toca hasta que salga el sol,

con la luz de la mañana

los amores tienen otro color...

.

TÚ TRISTEZA

Noto tú tristeza aun cuando 

las palabras la esconden.

En tus ojos descubro,

la melancolía que empaña

el brillo que en ellos nace,

que ilumina mis días

y en mis noches es la calma,

que me arrulla y me adormece.

Y finges una sonrisa 

que no es más que un garabato,

dibujado por un niño

en un papel arrugado.

Y sigues fingiendo alegría,

que emborrona lo que dices,

y vas rezumando pena,

que nos deja cicatrices.