martes, 3 de abril de 2012

DEJAME VOLAR... capitulo 2º

Fueron pasando los días y todo seguía igual, nada mejoraba. Ya había olvidado la última vez que Mario la había tratado bien o le había hablado con cariño. Echaba de menos reírse con él, ahora siempre estaba enfadado y de mal humor no se podía hablar con él. Hubo un tiempo en el que se reía mucho, siempre estaba bromeando. Ella recordaba lo cariñoso y tierno que era, siempre iban juntos a todas partes y se lo pasaban muy bien, la solía sorprender bastante. De vez en cuando aparecía con algún regalo sin que fuera un día especial, y cuando le preguntaba el por qué del regalo le solía contestar que solo era por existir, que sin ella no valdría la pena vivir, se marchaba y antes de salir se volvía para guiñarle un ojo y tirarle un beso, y se iba silbando y con un "hasta luego amor" que a ella le llegaba al corazón.
En esos diecinueve años que llevaban casados ella no sabía cuando a él se le había acabado el amor, porque el suyo seguía intacto a pesar de su forma de tratarla.
Ella no le contaba nada a su familia. Siempre que había alguna reunión y él se ponía borde con ella, le hablaba mal o se enfadaba, lo justificaba y ponía algún achaque como por ejemplo que tenía problemas en el trabajo o que había discutido con algún cliente o algo por el estilo para que nadie se diera cuenta en realidad como la trataba a diario. Solo se lo había contado a la única amiga que le quedaba, porque una a una las había perdido todas, ya no salía con ellas, ni las llamaba, ni acudía a las reuniones que la invitaban, y poco a poco la fueron dejando de lado, solo Clara había permanecido a su lado, porque reconocía muy bien los síntomas ya que ella los había vivido en sus propias carnes y sabía cuales eran sus efectos secundarios, la única diferencia era que ella se marchó de casa y se divorció a los tres años de haberse casado, no esperó a que su marido la anulara como había ocurrido con Gloria. Ahora su marido y ella eran buenos amigos que compartían la custodia de su hija sin ningún problema, pero como ella decía: "él en su casa y yo en la mía".
Hoy estaba contenta no sabía muy bien porque, quizás fuese porque Mario llevaba tres días sin enfadarse y sin insultarla, o quizás la luz y la temperatura que  traía la primavera le hubiesen afectado. Cuando los chicos merendaron, los mayores se fueron a dar una vuelta con sus amigos y a ella le apetecía leer un rato, pero pensó que como hacía una tarde esplendida era mejor irse al parque con Elena y mientras la niña se divertía ella leía un rato al aire libre a ver si cogía algo de color en la cara porque parecía que la había vomitado un perro.
Ya había terminado los dos libros que le seguían al de "La ciudad de las bestias", el de "El reino del dragón de oro" y el de "El bosque de los pigmeos" todos de Isabel Allende.
Decidió empezar el que le habían regalado sus hijos por el día de la madre: "La ladrona de libros" de Markus Zusak.
Violeta siempre le decía que no leyera tanto que se iba a volver loca y le iba a pasar como a Don Quijote, pero a pesar de eso, le regalaron un libro era lo que más ilusión le hacía.A Gloria le había gustado el argumento del libro era muy interesante trataba de una niña que quería leer,un hombre que tocaba el acordeón y un joven judío que escribía cuentos hermosos para escapar del horror de la guerra en plena Alemania y lo mas curioso era que la narradora era la muerte, el único ser que podía contarlo todo desde su privilegiado cometido, y eso hacía que estuviese ansiosa por empezar a leerlo.

 Tras pasar la tarde en el parque Gloria y Elena volvieron a casa, estaban felices, se lo habían pasado muy bien. Hacía mucho tiempo que no lo pasaban tan bien, una leyendo y otra en los columpios y el tobogán con otros niños como ella. Cuando estaba abriendo la puerta escuchó el teléfono y fue rápido a cogerlo, sabía que era Mario, era el único que siempre la llamaba al fijo de casa.
-¿Diga?
-Hola gloria, esta noche no me esperéis para cenar, he quedado con unos amigos para irnos a ver el fútbol al bar de Toñito.
-¿No vas a venir a casa a cambiarte de ropa?
-No, me traje algo limpio para cambiarme al mediodía.
-Vale,¿te dejo la comida en la mesa para que la calientes cuando llegues?
-No, ya cenaré algo aquí.
-Bueno, hasta luego.
-¡Adiós!
Estaba colgando el teléfono cuando Violeta y Miguel entraban por la puerta.
-Hola chicos, ¿qué tal la tarde?
-¡No abría estado mal,si la pesada de mi hermana me hubiese dejado en paz!
-¡Cállate niñato! as sido tú el que ha estado dando la lata toda la tarde y no as dejado de perseguirnos hasta que as conseguido que mis amigas se marchasen.
-¡Eso no es verdad! lianta, que lo que queríais era que os dejara en paz para ir a ver a los chicos que estaban jugando al baloncesto.
-¡Vale ya! dejar de discutir.
-Pero ¡mamá, es verdad!, cuando se junta con ese par de amigos que tiene, no hacen mas que dar la lata y molestar.
-Bueno vale ya, si lo dejáis ya os propongo un trato
Contestaron los dos al unísono, algo extrañados.
-¿Que trato?
-Esta noche no viene papá a cenar.
-¿Y eso por qué?
-Si me dejas explicártelo Miguel, puede que te enteres. Papá ha quedado con unos amigos para ver el fútbol, y yo he pensado que podíamos cenar algo que os apetezca en el salón viendo alguna peli ¿qué? ¿os parece bien?
-¡Guau! Estupendo mamá, yo quiero pizza.
-Ni hablar niño, mejor hamburguesa.
- ¿Y tú Elena, qué quieres?
-Mami a mi me apetece más hamburguesa tambien.
-Pues tendréis que ponerse de acuerdo, o pizza o hamburguesa, será mejor echarlo a surtes ¿no?
-Bueno mamá hamburguesa, me da igual, pero la próxima vez toca pizza ¿vale?
-Prometido. Violeta ¿tú tenías el número del burger verdad?
-Si, mamá, ya te lo busco.
-Da igual, llama tú misma mientras yo me doy una ducha.
-Vale ¿para ti pido una?
-Pues claro ,yo también como. Podéis ir eligiendo la peli, a ver si os ponéis de acuerdo sin discutir, ¿vale? Sera difícil, pero intentarlo.

Los chicos estaban ansiosos y algo nerviosos, estaban apunto de hacer algo que estaba totalmente prohibido, cenar en el salón y además viendo la televisión, ¡que locura!, tendrían que guardar el secreto.
Mamá les pidió que tuvieran cuidado y no manchasen nada ni derramasen los refrescos, porque sino tendrían problemas.
Mientras comían, Gloria observaba a sus hijos y pensaba que esa noche eran completamente felices, que eran como todos los niños, estaban haciendo algo que les gustaba.  Creía que en su casa había demasiadas normas, que muchas veces los obligaban a aislarse, y ella se daba cuenta de que eran algo infelices, y creía que no se lo merecían, ellos también estaban pagando su cobardía por no ser capaz de decir"¡basta ya, yo soy una persona con sentimientos y no me gusta vivir humillada ni pisoteada por nadie!", pero eso era algo muy difícil para ella, con solo pensarlo se hachaba a temblar, y rápidamente borraba esa idea de  su cabeza.
Cuando terminaron de cenar y ver la película, estuvieron recogiendo y limpiando todo muy bien para que no se notase lo que habían estado haciendo en el salón. Mientras lo hacían se estaban riendo solo de pensar en la travesura que aquello suponía, si su padre se enterase no se escapaban de un buen regañón y su madre de una bronca de mil demonios; pero por su boca, él no se enteraría.

Esa noche la casa respiraba paz, los chicos estaban cansados y se marcharon a dormir, y ella aprovechó para ponerse cómoda en el  sofá y leer un ratito, que el libro la había dejado bastante intrigada y pensó que Mario aún tardaría en llegar. Pero se equivocaba, el partido no había acabado demasiado bien y habían terminado discutiendo, Mario volvió a casa se muy mal humor, enfadado y sin cenar.
Gloria estaba tan enfrascada en le libro que ni se percató de que su marido había llegado a casa, y la encontró cómodamente sentada en el sofá y con un libro en las manos.
-¿Qué demonios haces levantada todavía? Estabas esperándome ¿verdad? Querías saber como llegaba ¿no?.
Pero ¿que te crees que me puedes controlar tú a mi estúpida?.
-Mario no es así, yo no pensé que fueras a venir tan pronto por eso no me he acostado todavía.
-¡Valla, pero si la señora piensa!¡Mira tu que milagro, yo que pensaba que la cabeza solo te servía de  adorno!
Se dio media vuelta y se dirigió a la cocina. Ella dejó el libro sobre la mesa y lo siguió.
-¿Donde esta mi cena?
-Me dijiste que no te dejara nada que cenabas algo con los amigos, y por eso no te he dejado nada.
-Pero seguro que vosotros si habréis comido bien ¿a que si? Tú eres la que tiene la culpa, eres  una egoísta solo miras por ti,no te importa nadie, estas echando a perder a mis hijos, estas consiguiendo que ellos también sean egoístas como tú, pero eso se va a acabar esta noche. Desde que empezaste a leer te has convertido en un fantasma que vaga por la casa, descuidándolo todo solo te importan esos malditos libros; en una casa normal en los rincones te sueles encontrar polvo y telarañas pero aquí no, solo encuentras libros, libros y más libros, pero esto se acabó .
-¿Que vas a hacer?
Gloria lo miro desconcertada, iba derecho a la estantería, y sin mas cogió todos los libros que le cogían en las manos y se dirigió hacía el baño los lanzó a la bañera y abrió el agua, volvió a por mas e hizo la misma operación. Gloria intentó forcejear con él para quitarle los que llevaba de nuevo, pero él la empujó con tal fuerza que la lanzó contra la pared, se dio un golpe tan fuerte en la cara que cayó al suelo aturdida y empezó a sangrar abundantemente por la nariz. Se quedó allí aturdida y tirada en el suelo, estaba muy asustada, nunca lo había visto así. Él no paró de maldecir los libros e insultarla y dar gritos que ella ya no escuchaba o más bien no quería escuchar. Alguien que la quería bien le dijo una vez que para escapar de la soledad solo tenía que dejar volar la imaginación, y así sería libre, nadie podría cortarle sus alas. Pero se encontraba en una situación de la que no podía escaparse. Deseaba que todo aquello fuera un mal sueño del que se despertaría y todo estaría bien.
Allí tirada en el suelo con las piernas entre los brazos y balanceándose hacía delante y hacía atrás repetía una y otra vez: ¡Déjame volar, déjame volar!, pero no conseguía apartar su mente de allí. Entre la confusión de su mente y la desesperación que sentía, escuchó gritar a Elena, su pequeña, se levantó como pudo y corrió a su habitación.
Mario llevaba todos sus cuentos en las manos.
-¡Papá por favor mis cuentos no!- gritaba una y otra vez, ¡no los tires dámelos!.
- No quiero que seas como tu madre, ya te ha contaminado bastante, en esta casa ¡no habrá mas libros!.
La niña desesperada al ver  entrar a su madre se lanzó a sus brazos llorando.
-¡Mamá se ha llevado mis libros y el de "Nacho chichones " también! ¡Quiero mis libros por favor mamá!
-Tranquila pequeña, no llores más mi vida todo se va a arreglar.
Violeta y  Miguel al oír a su hermana salieron al pasillo para ver que le ocurría. Ellos nunca se metían por medio cuando sus padres discutían, su madre se lo tenía prohibido, pero esta vez Elena también estaba de por medio. Se encontraron de golpe con su padre que les ordenó a gritos que volvieran a su habitación, ellos seguían andando para delante cuando asomó su madre por la puerta de la habitación, al verla se quedaron petrificados, tenía media cara morada e hinchada y toda llena de sangre, con gestos les pidió que obedecieran y los dos entraron en la habitación de Violeta.
Violeta rompió a llorar, se sentía impotente ante aquella situación sin poder hacer nada, pero no le quedaba más remedio que obedecer o empeorarían las cosas.
 Cuando Mario acabó y todos los libros estaban en la bañera, cogió una botella de salfuman que encontró en el armario de la limpieza y lo vertió sobre ellos, pensó que con el ácido se destruirían más rápido y no se salvaría ninguno. Volvió a la habitación de Elena y les prohibio tajantemente que entraran en el baño, se dio media vuelta y  se marchó.

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